viernes, 14 de marzo de 2008

¿Realmente merece la pena entrenar un legendario?

Desde Rojo y Azul, las primeras ediciones, han habido pokémon únicos, localizados en lugares concretos y más poderosos de lo normal, esto es, los legendarios.

En aquella época Mew no pasaba de ser un rumor y quien tuviera un MewTwo a Nv. 100 era el amo del cotarro, porque Articuno, Zapdos y Moltres tampoco es que destacaran mucho.

Generación tras generación se han añadido nuevos pokémon a este grupo tan peculiar, a saber: Lugia, Ho-oh, Entei, Raikou, Suicune, Celebi, Regice, Registeel, Regirock, Kyogre, Groudon, Jirachi, Deoxys, Azelf, Mesprit, Uxie, Giratina, Cresselia, Heatran, Palkia, Dialga, Regigigas y los aún por desvelar Shaymin, Darkrai y Arceus.

30 legendarios (y fijo que me dejo alguno), ya no parecen tan raros y exclusivos ¿verdad?

Pero es que además, la gran mayoría de ellos son absurdamente poderosos, si bien no invencibles (varios equipos compuestos íntegramente por selecciones de 6 de cualquiera de estas míticas criaturas han perecido bajo los ataques de mis pokémon, que no son otra cosa que corrientes y molientes animalitos fácilmente capturables en cualquier ruta), lo que imposibilita su uso si quieres enfrentarte a alguien que tenga un mínimo de experiencia y se sujete a las reglas no escritas establecidas en internet, por lo que las decenas de horas que hayas gastado en subirlos de nivel te servirán, única y exclusivamente, para fardar de tener a x legendario a Nivel 100, lo que, a fin de cuentas, resulta ridículo.

A día de hoy, cualquier entrenador que se precie de serlo no entrena legendarios, y mucho menos los emplea en combate, si no que agarra a sus seis pokémon favoritos y pone en ellos todo su esfuerzo y decenas de horas de trabajo para acabar convirtiéndolos en verdaderas máquinas de combate.

Pokémon es esfuerzo queridos lectores, y los legendarios son la antítesis del trabajo y el esfuerzo, al menos, ahora lo son.

¡Nos vemos en la próxima entrada!